en el día 6 fui a ver invernadero de gonzalo castro. hacía bastante tiempo que deseaba con ansiedad poder ver el trabajo de este muchacho. realmente fascinado. hora y media totalmente absorto en esas escenas discontinuas, largas, de planos fijos y escasísimo foco, deseando con ganas que no termine y que por favor venga otra escena. un buen gusto sumamente refinado en su concepción del plano y de la puesta en escena, sencillo y minimalista (no podía no pensar en pedro costa, por ejemplo). los límites del documental y de la ficción desdibujados, borrados, ignorados y a quién le importa ¿no? una cámara para nada documental, pero un trancurrir temporal que lo dejaba a uno en sensación de asistir a la intimidad más grande de dos personas conversando sobre una cama. un personaje como mario bellatin, con una hija que no es hija, y un entorno que no es entorno, con anécdotas increibles. un mario bellatin ficcional que se asemeja muchísimo al original. un fuera de campo constante, inmenso, atrapante. una película para ver lo que no está, para escuchar, para perderse en esos diálogos tan bien logrados, una maravilla. qué ganas de volver a verla.
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