martes, 24 de julio de 2012

Toqué timbre tres veces. Esperé un rato a que bajara. Lo llamé al celular pero me daba con el contestador automáticamente. Qué paja irme solo, pensé. Toqué timbre de nuevo y esperé un rato. No respondió. Después salió la mina del primero, la que es amiga de Vale, o que era amiga, no sé. Salió abrazando su mochila y con los ojos tiesos. Me saludó de lejos, no me dio un beso, me esquivó. Hola me dijo estirando mucho la a y siguió caminando hasta la vereda. Como un fantasma. Me habían contado que ahora andaba con un chabón re merquero y que estaba dura siempre la mina, y que se la pasaba de pepa en todos lados. La miré alejarse en dirección a la avenida. Esperé un toque más a ver si Ramiro respondía o me llamaba. Me puse los auriculares y le di play a una canción de Kanye West. Me fui caminando despacio, como dándole tiempo al mundo para que se acomode y ese desencuentro se resuelva. Llegué hasta la avenida, doblé a la derecha. De la mano de enfrente ví a esta piba que había salido del edificio de Ramiro. Estaba en la esquina, seguía abrazando su mochila, tenía una pinta de loca increíble, para sacarle una foto. Paró un taxi, se subió y se fue. 
Prendí una tuca y caminé por la avenida para el lado de la circunvalación. Acarreaba conmigo una bolsa de supermercado con una coca de dos litros y una botella de fernet. Escuchaba My beautiful dark twisted fantasy, intentaba encender la tuca con la misma mano que sostenía la bolsa. Miraba buscando un cajero automático, un mc donald's, un pibe lindo que me invite a ir a su casa y quedarme ahí toda la noche. Guardé el encendedor en el bolsillo de la campareca, rocé con la mano el celular para ver si vibraba, me recorrí con la lengua el labio superior, bajé la mirada y pensé en tomarme un colectivo cualquiera e irme lejos de la ciudad. Caminé hasta llegar a la circunvalación. Caminé sobre el pasterre gigante que divide la avenida y que marca el final del casco urbano. Un perro se me hizo amigo y me siguió varias cuadras.
Miré la bolsa porque se sentía extrañamente liviana, estaba rota en la base y sólo tenía en su interior la botella de coca-cola. Me saqué los auriculares, escuché los bocinazos de los autos y colectivos que entraban a la cuidad. Volví sobre mis pasos, varias cuadras, en busca de la botella de fernet extraviada. Al tener puestos los auriculares no la escuché caer de la bolsa rota. Confiaba en que estuviera intacta y que nadie se la hubiera llevado todavía. Después de un rato, caminando por el cesped del pasterre de la circunvalación, encontré la botella de fernet. Estaba cerca de los juegos y de las estructuras esas para hacer ejercicio. Levanté la botella y me fui. El perro ya me había perdido dos cuadras antes. Todavía faltaba un montón para que amaneciera.
    

lunes, 23 de julio de 2012

Me gustan las canciones de The Weeknd. Puse varios temas con subtítulos en español a reproducir en youtube. Me encantan esas historias de chicos malos que le piden perdón a sus novias por no poder controlar su adicción a las drogas, o por haber perdido todo el dinero que les quedaba en un casino; o por haberlas cagado de nuevo. Hay algo en esas historias que me resulta increíble, emocionante. Como una épica de nuestros tiempos. Es que siempre tuve como esta idea de una épica urbana adolescente del siglo XXI que me resulta re linda. Me gusta pensar en ella. Escribiría miles de poemas traduciendo todas esas canciones de The Weeknd. Poemas sobre chicos con cortes de pelo copados, que viven de noche y que salen con sus amigos. Que consumen y/o venden droga, que disfrutan de gastar mucha guita -que les vino medio de arriba- y de pasarla bien en fiestas.  

sábado, 21 de julio de 2012

siempre habrá lugar en el universo donde ranchear un viernes a la madrugada.

miércoles, 18 de julio de 2012

por ahora la sensación es que los porros duran cada vez menos.

lunes, 16 de julio de 2012

armemos un porro y salgamos de exploración por el barrio

miércoles, 11 de julio de 2012

viernes, 6 de julio de 2012

-¿Qué querés hacer cuando seas grande?
-Drogarme.

Venía viendo muchas películas sobre adolescentes que fumaban porro o que jalaban o que tomaban éxtasis en un boliche de Nueva York. Me acuerdo de un par de Larry Clark, de una escena de Kids en la que uno de los pibes, que creo se llamaba Casper, se coge a una chica que está inconsciente en un sillón después de una fiesta. La noche anterior había estado con un pibe en un auto, pasando el puerto, atrás del parque. El auto creo que era del padre. Habiamos llevado unos discos de Bjork y de Moloko para escuchar tomando  cachaça con Paso de los toros de pomelo. Era verano, no había mucho para hacer. En realidad nunca hay nada para hacer, pero en verano es peor porque el calor se vuelve infumable. A mí me había estado llamando el cana toda la tarde para vernos a la noche, pero le dije que zafe, que la verdad ya no tenía ganas de estar encerrado en un departamento por el centro.  

-¿Preferís la cachaça o el vodka?
-Cachaça, aunque en realidad no entiendo la diferencia. Me gusta decir cachaça cuando pido un trago.