jueves, 24 de diciembre de 2009

Los cortes de luz.

Los cortes de luz son más que habituales en estas épocas del año. Cosas de provincia dirían algunos. Uno puede verse obligado a pasar horas enteras sin aire acondicionado, sin heladera, sin cubitos de hielo, sin ventilador, ya sea de techo o de pie, según la ocasión. Durante el transcurso de esas horas es como si el tiempo no avanzara. Mujeres desgreñanas con caras de desesperación abanicándose con algún diario, libro, foto de parientes muertos, servilletas con puntillas o cualquier otro elemento que pueda funcionar como abanico improvisado, es un componente distintivo de estas horas interminables. Mi amigo Renato, a quien no visitaba muy a menudo, no puedo recordar por qué, no tenía ninguna de todas estas cosas. Ni un ventilador de pie, ni una foto de parientes fallecidos para abanicarse. Generalmente acudía al río para combatir el calor. Esa tarde, como otras tardes, Renato fue a nadar. El corte de luz ese día había sido especialmente largo. Recuerdo que se echaron a perder la pavita rellena y las ensaladas que había preparado mi mamá para la noche buena. Al día siguiente salió publicado en el diario que mi amigo Renato había muerto ahogado y su cadaver había sido encontrado a orillas del río por mayoneros. "Pobre Renato, debí haber ido a visitarlo más seguido", pensé. Pero en su casa siempre hacía demasiado calor, recordé luego.

1 comentario:

  1. Me encanto el blog

    El paso del tiempo y la tecnologia logro que se pierda la mayoria de las costumbres, pero el calor y los cortes de luz son parte del folklore de la ciudad. Una maldicion que parece aumentar aun mas el mistisismo de las siestas.

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