martes, 21 de diciembre de 2010

hoy en el patio de comidas del supermercado impulso que queda por irigoyen la gente comía cosas muy desagradables fritas calentadas en microondas con aderezos horribles mucha carne mucha harina mucha grasa y no dejaban de comer y conversaban y el ruido inundaba todo el lugar. yo no podía dejar de mirarlos y me daba mucho asco, me descomponía un poco. me parece espantoso lo que comemos y cómo lo comemos y cómo nos hemos acostumbrado a vivir y el lugar que ocupa la alimentación en nuestra vida. en eso pensaba ahí sentado. uno puede cuestionarse tantas cosas en un patio de comidas, es asombroso. mi abuela se lamentaba con su hermana porque la gente ya no bendice los alimentos, y comentaban después sobre cómo el papá de ambas se quedaba en la mesa comiendo pan después de haber terminado el almuerzo cuando ellas eran chicas. siempre hablan de su papá, siempre que las veo juntas hablan de él y el tono de la conversación entre ambas se vuelve infantil y eso me parece atrapante. la hermana de mi abuela elogiaba la dentadura de sus dos sobrinos que comían con nosotros, que tienen una dentadura preciosa, que seguro el padre tenía la dentadura así, dientes gruesos decía todo el tiempo, dientes fuertes grandes. me pareció un comentario por demás extraño. cuando volvía en el auto con el aire prendido en plena siesta y el calor se sentía afuera pensaba qué lindo está para coger.

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