miércoles, 8 de junio de 2011

lights out

cortaron la luz en mi edificio,
en mi edificio y en toda la cuadra.
me asomé por la ventana y no vi otra cosa que oscuridad.
o sea, no vi nada.
porciones de otros edificios con interiores a oscuras,
no más que eso.
-¡qué suerte que las estufas necesitan gas y no electricidad para funcinar!- me dije mentalmente.
afuera hacía mucho mucho frío.
un rato antes había estado haciendo planes con un amigo por chat.
encedí una vela y la puse a un costado de la cama.
me quedé mirando cómo la llamita de la vela se movía, cómo crecía.
cómo hacía un movimiento constante hacia arriba,
como intentando llegar cada vez más alto.
intermitente de a ratos y después de pronto permanecía inmóvil.
después intermitente de nuevo, y así.
interpreté que seguía un patrón, como en la música electrónica.
es más, seguía sus movimientos con la vista y mentalmente imaginaba la música electrónica
que acompañaría el ritmo propuesto por la llamita de la vela a un costado de la cama.
pensé en una fiesta repleta de velas con llamitas parpadeantes.
pensé en dj's tocando música en base a la intermitencia de los diminutos fueguitos.
pero después pensé que era muy probable que alguien cometíera un descuido
y que todo se prendiera fuego y que unos cuantos murieran calcinados por las llamas.
esa imagen fue espantosa y me costó sacarla de mi cabeza,
aunque la idea me había gustado en un principio.
me gustaba la imagen creada en mi mente de una fiesta repleta de velas y música electrónica.
-nos divertiríamos un montón y vendrían todos nuestros amigos- dije de manera no audible.
pero aunque me gustara la idea no podría correr el riesgo de que murieran personas en mi fiesta.
no podría darme el lujo de morirme yo también ahí entre las llamas y la música electrónica,
o sobrevivir y afrontar un juicio por el incendio y posteriores muertes, no me gustan los juzgados.
era demasiado riesgo, demasiado riesgo para una fiesta,
demasiado riesgo para pasarla bien.
-¿es demasiado el riesgo cuándo uno quiere pasarla bien?- le pregunté a mi gata pero no me respondió (me miró y siguió durmiendo sobre la cama).
-a veces la vida se resume en eso- le dije, después de un rato.
todavía no había vuelto la luz.

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