domingo, 5 de junio de 2011

me pasaste a buscar con tu camperita de cuero, esa que siempre te quedó tan linda y con la que siempre me gustaste, desde que te veía bailar con tus amigos en las fiestas esas que se hacían en la casa que ya no existe y que ahora es una torre de departamentos.

bajé corriendo los tres pisos por escalera casi de un salto -porque el ascensor estaba ocupado y mi ansiedad era más fuerte-, salí a la vereda y te di un beso en la bufanda por un error en la trayectoria del beso entre la mejilla y el cuello. me dijiste mirá qué piola está el día vamos por ahí.

hacía frío pero el sol estaba a pleno y nos reconfortaba al llegar a las esquinas dónde los edificios no lo obstruían y sus rayos nos pegaban en la cara y en los cierres de las camperas. caminamos por avenida santa fe hasta internarnos por alguna callecita y alejarnos del ruido de los autos que a mí me ponía nervioso.

te dije que a esa hora estaban pasando el programa de la negra vernaci y que me lamentaba no poder escucharlo, que tenía ganas de escucharlo con vos. me sorprendí por los árboles en una de las cuadras por las que caminamos, me parecieron demasiados, hermosos y de colores super extraños. había uno que era rojo prácticamente y sentí un enamoramiento impresionante.

seguimos caminando en dirección a ningún lugar. pasamos por una parrilla y el olor a vinagre de las ensaladas que estaban arriba de cada mesa casi me descompone, te pedí que camináramos más rápido porque no iba a soportar el asco que estaba sintiendo.

me contaste de lo que trabajaba tu viejo y de adonde te gustaría ir cuando te den vacaciones en el laburo. llegamos a un tenedor libre vegetariano, me dijiste para entrar a almorzar y te dije que sí. adentro te conté de los sueños que tuve la noche anterior. vos habías estado en uno.

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