las tazas de café no dejan de acumularse sobre la mesada de la cocina. sólo se acumulan, porque no las tomo, no me gusta el café o prefiero no tomarlo, pero aún así lo preparo. preparo una taza de café por día, a la mañana cuando me levanto. la preparo y la dejo sobre la mesada. es un hábito que me ayuda a conectarme con los hechos de la realidad de mi vida después de despertarme, no sé. es como si mientras preparara ese café que nunca voy a tomar las cosas que estuvieran sueltas por ahí encontraran inesperadamente su lugar.
ayer caminé por palermo. leí cada cartel sobre mascotas extraviadas que estuviera pegado sobre algún poste de luz, ochava o árbol increible. me pareció una tarea importante, una actividad para hacer. se pierden muchísimas mascotas en palermo, es tremendo. algunas están extraviadas desde diciembre del año pasado. no dejaba de preguntarme si alguno de esos animales ya habían sido encontrados o si jamás volvieron a su hogar y fueron sacrificados en rituales umbandas por alguna secta del barrio. recuerdo un cartel en partícular, de un perrito de nombre roque, que se había perdido a la noche, el 12 de marzo. me llamó la atención porque en la foto del cartel, la dueña del perro, de unos 45 años, lo sostenía con ambas manos, tapándose su cara con él.
qué ganas de que sea fin de semana para verte.
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