lunes, 24 de mayo de 2010


De trenes y estaciones. De lluvia y caras mojadas. Qué espacios tan singulares son los trenes. Hay algo en su estructura interna que me encanta, en su distribución de asientos, sus ventanillas. Además, el modo en el que uno percibe el exterior desde su interior. Es distinto a un micro, y ni hablar de un auto. Todo está en su direccionalidad. Sumémosle esa cuestión colectiva del transporte público, de compartir viaje con muchos desconocidos, o conocidos fugaces mientras el viaje se prolongue. Tengo muchas ganas de escribir sobre trenes. Son tan cinematográficos, pienso. Intentaba recordar alguna película con estos trenes. Me vino a la mente alguna escena de Silvia Prieto. Pero después un gran vacío. Si alguien recuerda alguna película que haya filmado estos trenes que comunican capital con provincia, que me avise. Esa era la imagen situacional de anoche. Mojados, en patota. Camino a Haedo (quiero hacer algo que se llame así). Y las estaciones iban pasando afuera, que se veía difuso, por la lluvia, el vapor humano y la humedad en general. Pero nosotros incólumes, por supuesto. Caminamos por las calles de Haedo, en realidad por una sola. Los negocios de Haedo, las pintadas de Haedo, la lluvia de Haedo, los sillones viejos en las veredas de Haedo. Creo que no hay nada mejor que ir a un boliche en el conurbano bonaerense. Bailé por horas, me dolieron las piernas, grité "¡Tigresa!¡Tigresa!", miré detenidamente a mucha gente. Conocí a un tal Dante (si, su nombre me sedujo) y nos dimos algunos besos. Tan bonito y presto, él. "Tiene cara de futbolista", pensé. Y eso me gustó. La vuelta en el tren fue encantadora. Ya de día, repleto de gente. Eramos menos esta vez, nosotros. Apretados tres en un asiento. La cadencia del tren tiene algo hipnótico. Me hace volver a la idea de pantalla. Los edificios parecen fotogramas de edificios pasando a toda velocidad. Ramos Mejía Ciudadela Liniers. Casas en ruinas, muchas. Me di cuenta de cómo predomina el verde en todos lados. Esos toldos todos iguales en todos los balcones de todos los edificios. Una soga con ropa colgada: todas camisetas blancas. Flores Caballito. Y terminó el recorrido en tren. Ya en el taxi, no era lo mismo. Había perdido el encanto. "Quiero volver al tren", debo haber pensado. Quiero hacer algo con trenes, me intrigan, me gustan. Quiero leer sobre trenes. Quise ilustrar este escrito con un frame de El silencio, el viaje nocturno en tren, al principio de la película. Aunque no es un tren de los que van al conurbano bonaerense, que son los que sin duda me interesan.

2 comentarios:

  1. me gusta el modo en el que te desplayas con solo viajar en un ªtrenª y las grandes ideas que te surgen. Sos de ese tipo de persona que tiene un muy fácil modo de expresarse, lo cual a mi me cuesta mucho! me hicisste recordar muchas cosas, proyectos abandonados, ideas dispersas je! que loco! y.. no tengo cara de futbolista ja!

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  2. Los trenes tienen también ese clima de enfrentamiento silencioso en movimiento, a diferencia de los buses o autos, los asientos están dispuestos de manera que los desconocidos tengan que mirarse o abstraerse para no mirarse y así surgen viajes paralelos entre las miradas y las estaciones, como una sala de espera móvil. Una vez viajaba como siempre de conurbano a capital estando muy triste y me encontré con los ojos de un viejo a varios asientos de diferencia, también tan tristes que de la mirada entre los dos nacieron lágrimas que trazaron una línea a través de vagón. De esas está lleno el tren y todas se cruzan y se mueven constantemente
    Otra vez durante el viaje notaba que un chico delante me miraba y nos mirábamos haciendo que no nos mirábamos. En cierto momento me di cuenta de que tenía una cámara filmadora medio escondida y que me estaba enfocando. Eso fue raro. Cuando bajamos en retiro me habló, me dijo algo de mis anteojos, o que tomemos algo, o las dos cosas, yo fui al baño y cuando salí había desaparecido.
    Otra vez me enamoré perdidamente de una chica que salió del subte y se tomó el mismo tren que yo en retiro. Fue un viaje de los largos y de mirarse y decir cosas con los ojos hasta que me dolieron los ojos. Ella se bajó antes que yo y así es como terminan terriblemente esas historias, esperando encontrarla en cada nuevo viaje, hasta que alguna vez me la choqué de frente en un concierto. magia!
    y como esta o como las otras tengo un montón: cada viaje es una historia y cada historia un re-viaje

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