viernes, 14 de mayo de 2010

Quiero comprarme zapatillas. No quiero zapatos. Amo los zapatos, con su elegancia irreprochable y en punta. Pero quiero zapatillas, la comodidad de las zapatillas. Zapatillas enormes, zapatillas monstruosas. Hoy es el cumple de Andy y esta noche voy a ponerme zapatillas, voy a ir a bailar a capital en zapatillas. Las zapatillas altas acolchonadas amortiguadas motorizadas. Para caminar miles de cuadras desconocidas por barrios lejanos a mi entendimiento. Para que algún chico me las elogie y me invite a ir a su casa, en zapatillas claro. Quiero zapatillas cada vez más grandes, que se agiganten mientras camino. Que no entren en mi placard. Que deba dejarlas afuera en la vereda encadenadas a un arbol. Que crezcan tanto que pueda vivir dentro de ellas y ahorrarme el alquiler. Y poder llevar las zapatillas por la ciudad y vivir cada noche en un barrio distinto, e invitar a algún chico a dormir, a las zapatillas claro.

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